sábado, 12 de mayo de 2012

Neutral point of view

Artículo publicado en julio del 2009
Si eres de los que todavía creen que el universo sexual se reduce a heteros, gays, bi o transexuales, andas bastante equivocado. Existen otras orientaciones que congregan a numerosas minorías tan válidas como las arriba mencionadas. Entre estas, los asexuales serían una de ellas, comunidad de personas empeñadas en sentirse normales pes a quienes le tachan de extraños o incluso de hasta enfermos metales. ¿Por qué?
En verdad todo gira en función de la atracción sexual. Hetero hacia el sexo opuesto, homo hacia el mismo, bi hacia los dos... Pero, ¿qué ocurre con aquellos humanos que no sienten deseo alguno por nadie? Cumpliendo con la premisa que nos caracteriza de etiquetar cualquier condición, estos ya han recibido su particular sambenito: asexual, un término todavía no demasiado conocido, pero que cada vez suena con más insistencia en nuestro pequeño mundo global para catalogar a quienes piensan que las emociones y la comunicación no necesariamente deben canalizarse a través de la cama.
"¡Soy asexual!" Parece increíble e incluso es bastante difícil concebir la idea de una persona totalmente sana que sea cien por cien indiferente al sexo, más todavía en una época que promueve el disfrute carnal en una amplísima multitud de ámbitos y donde hasta los orgasmos se concentran en fantásticas píldoras azules. Pero cada vez va cogiendo más cuerpo y fuerza este nuevo movimiento sexual que se desmarca de lo tradicional para gritas a los cuatro vientos que ¡se puede ser completamente feliz sin sexo!
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Los hay que sostienen que el bombardeo sexual al que nos someten a diario los distintos medios de comunicación a través de la publicidad, el cine, la televisión... puede ser causa de repugnancia y conductas de este tipo. Otros, que el temor excesivo a las enfermedades de transmisión sexual, y muy especialmente al sida, también puede dañar notoriamente la vida íntima de algunas personas e, incluso, conducir a la sexualidad. También los que consideran que es posible nacer así ya que hay gente que viene al mundo con una secreción hormonal menor, con una biología menos intensa. Existen, a su vez, algunos tipos de anemia que eliminan el deseo: mucha gente convive con una enfermedad sin ser consciente de lo que le sucede a su cuerpo. No es extraño que la depresión, el estrés o cualquier otro exceso de adrenalina (traducida en ira, alegría o tristeza extremas) produzca una pérdida del apetito carnal. La creciente expectativa y presión cultural por estar a la altura puede considerarse como otra de las causas que influyen notoriamente en la naturalidad de las relaciones físicas y el apetito sexual.
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